Descripción
Como señala Luis Mateo Díez en su prólogo, «la obra de Enrique Álvarez tiene, ante todo, la solvencia de un gran narrador, muy en la estirpe del realismo, que construye sus ficciones con la naturalidad de quien cuenta sin complejos, siempre cuidando mucho las tramas, haciendo lo más apasionante posible el relato, e identificando a sus personajes con la fascinación de quien los asume como suyos. Es muy difícil olvidar algunas de sus historias, y no es fácil dejar de lado a tantos de sus personajes que han podido llegar a perturbarnos hasta dejarnos indefensos.
Lo que Enrique Álvarez cuenta es siempre arriesgado, y el riesgo contiene la conmoción con que se le puede leer, un riesgo que destila de la contingencia y las contradicciones en que el corazón humano se debate, del alma que revierte en la pureza y suciedad de la carne, de un cierto espíritu áspero que salvaguardan o derrotan asuntos cruciales como la fe y la gracia […] ya que las historias que el autor habitualmente nos cuenta son, entre otras cosas, extremadamente misteriosas».
Adentrarse en estas páginas garantiza un reencuentro con la buena literatura.