Descripción
Cuando en 1934 Antonio Benaiges llegó a la escuela de Bañuelos de Bureba llevó un gramófono y una imprenta de la que salieron maravillosas revistillas escritas e ilustradas por los niños de aquel pueblo que no tenía carretera, ni agua corriente, ni luz eléctrica… ¡pero sí una imprenta en su Escuela!
«Muchos años después –dice José Antonio Abella en su libro Aquel mar que nunca vimos–, decidimos hacer una edición facsímil de todos los cuadernillos salidos de aquella imprenta de Bañuelos de Bureba. El título, Escritos de vida, lo consensuamos entre Gema, Jesús Viadas y yo. Y es que la vida de aquellos niños y aquel pueblo era en verdad la materia de sus escritos: la vida, su pequeña vida importante y única, aquella que su maestro quiso encaminar hacia unos horizontes más amplios, más generosos, más felices».