Descripción
Se organiza en seis grandes apartados (1- Familia, hogar y alimentos; 2- Costumbres perdidas; 3- Álbumes, tebeos y libros; 4- Juegos y ocio; 5- Espectáculos, artistas e ídolos; 6- Tecnología punta), en los que Rodríguez, con prosa cuidada y evocadora, hace un viaje al pasado para compararlo con un presente que no siempre es mejor.
El aparato gráfico, 709 imágenes, es una de sus señas de identidad y pone al lector frente a objetos, costumbres, máquinas o personajes del pasado, en una especie de preciso museo que expone y preserva nuestra pequeña gran historia cotidiana. Un objeto ideal para regalo.
Del prólogo de José Ramón Sánchez:
Javier nos propone en este libro un viaje larguísimo al País de Nunca Abarcar. Viajaremos a una cocina de carbón; una sala de estar; una mesa; un cajón con tarjetas postales, billetes, monedas y cartas escritas a mano; una calle con fotógrafos ambulantes; un salón de moda; un lavadero; una estantería con álbumes, libros, cómics, revistas infantiles, programas de cine, novelas, enciclopedias y libros de urbanidad; un suelo donde jugar; una cartelera de cine; un televisor viejo; un circo; el Teatro Pereda; los cines de Santander; una sala de fiestas; una emisora de radio; un despacho con máquinas de escribir; una mesa camilla y una máquina de coser; el rincón de un teléfono; un radio casete; una estación ferroviaria; las calles de Santander, sus tranvías y autobuses…
Este libro es una mágica ocasión para conocer o reencontrarse con el Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín, Charlton Heston, Stevenson, Julio Verne, los hermanos Marx, la familia Telerín, Curro Jiménez, Heidi, Raphael, Julio Iglesias, Massiel, el Dúo Dinámico, Rodríguez de la Fuente, Chanquete, Gabi, Fofó y Miliki, Gila, Lola Flores, Conchita Piquer, Greta Garbo, Judy Garland, John Wayne, Clark Gable, Ava Gardner, Tarzán de los monos, Sherlock Holmes y el Doctor Watson, los hermanos Tonetti, Pinito del Oro, Antonio Machín, Marisol y un larguísimo etcétera.
Gracias, Javier, por este viaje. Gracias, Javier, por tus viejos héroes recuperados. Gracias, amigo, por tantos cacharros de la vida cotidiana y tanta comida de aquellos años de necesidad. Gracias por este torbellino escrito de escenarios, personajes y aventuras.
Amigo del alma, si no existieras, habría que inventarte.