Descripción
Su composición es el movimiento estético o la huella de vapor y bruma de un silencio fragmentado en múltiples perspectivas. Hay un foco y un enfoque y numerosos ojos, y aún más miradas e infinitos puntos de fuga. Caben rostros y edificios, paisajes derruidos en paisajes, ruinas humanas que parecen rascacielos y nacimientos y muertes en vida como vasos sanguíneos de una transfusión interminable. De ojo en ojo. De luz en sombra, y viceversa. Sagredo, filósofo con cámara, atento a las texturas del pensamiento líquido, trae aquí las texturas de su tratado, el territorio sentimental del rayo que cesa, la escritura de la infancia, el desgarro maternal, la herrumbre de la soledad, el asombro del cuerpo, la otredad cultural, la indagación huérfana de complicidad, la uniformidad pasiva de lo gregario, el flujo de las vidas detenidas, lo ensimismado de lo menesteroso, o el azaroso ingenio de la realidad.
La suya es una fotografía de contrastes u oposiciones, de hallazgos simétricos y golpes de luz metódicos, de gentes en espera y muros usados, de ruinas sin edad y relatos desmembrados, sin sospechosos ni más suspense que la vida detenida. Lo importante no es su pulcro estudio de composición ni la perseguida perfección técnica, sino la vocación del testimonio, el álbum de pluralidad, la encrucijada de la contemplación, la pose desvelada. Entre líneas, la escritura fotográfica de Sagredo sangra historias interrumpidas, enunciados de pintura, gestos al natural y geometrías vanas.